Las cosas buenas hay que saber esperarlas. Cuando lo que querés tarda en llegar, el deseo crece y ahí tu corazón se prepara para vivir eso que tanto esperás. Hay cosas que llegan más tarde de lo esperado, y eso provoca ansiedad, frustración. Cuando menos lo esperás, es cuando la vida te sorprende y esas son las sorpresas que más se disfrutan. Y cuando uno sabe que lo que está por venir es bueno, esperar no es una agonía, es una fiesta. Saber esperar es saber desear. El deseo se vuelve más fuerte cuando uno se toma el tiempo de desear, porque siente el deseo. Será hoy, mañana, en un tiempo, más tarde. Quizás, más tarde de lo esperado…
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